De todas formas, en los 16 años que duró este formato hubo grandes definiciones como la que protagonizaron Ohio State y Miami en 2003, donde los Buckeyes ganaron en doble prórroga, el juego entre Auburn y Oregon en 2011, ganado por los Tigers al final del mismo y el que disputaron hace un par de días Florida State y Auburn, con cuatro anotaciones en los cinco minutos finales, siendo el último el que valió por el triunfo para los Seminoles.
Pero si de finales inolvidables se trata, nada se iguala al partido entre USC y Texas, disputado en la noche del 4 de enero de 2006 en el Rose Bowl. Los Trojans eran los campeones defensores, llevaban 34 victorias consecutivas y tenían entre sus filas a Matt Leinart y Reggie Bush, ambos ganadores del trofeo Heisman. Lógicamente, fueron indicados por la prensa especializada como favoritos para volver a ganar. Mientras que los Longhorns, a pesar de ser el segundo mejor clasificado y de haber tenido la ofensiva más anotadora, llegaban a ese encuentro como los underdogs, un rol que pareció sentarles muy bien.
Después de un buen comienzo de USC, los Horns se metieron de lleno con una intercepción de Michael Huff. Con un parcial de 16-3 en el segundo cuarto, Texas se iba al descanso con la ventaja en el marcador. En la segunda mitad, el duelo se volvió todavía más intenso y con dos acarreos de Lendale White, los 'Troyanos' llegaron al último cuarto arriba por 24-23. Esa ventaja la ampliaron a once puntos con menos de siete minutos por jugar. Parecía que USC se encaminaba a conseguir otro campeonato más, pero en ese momento Vince Young se echó el equipo a sus hombros para encabezar una épica remontada.

Después de completar una jugada en 3° y 12 (ayudados también por un facemask de USC), Young y los Horns movieron el balón hasta la yarda nueve, donde enfrentaban un 4° y 5 con menos de 25 segundos en el reloj. En formación escopeta, Young recibe el balón para lanzarlo a alguno de sus receptores. Al estar todos cubiertos, el quartberback decide volver a correr, supera un par de tackleadas y con un extraordinario bloqueo de Justin Blalock, Young no solo convertía esa cuarta oportunidad sino que terminó con el ovoide en las diagonales.
En contra de casi todos los pronósticos y el favoritismo que tenía USC, Texas se adjudicaba con el título nacional y Vince Young, quien jugaba su último partido a nivel universitario, fue el gran artifice. Además de sus heroicas acciones que lo convirtieron en el MVP del partido, sus 467 yardas totales (267 pasando, 200 corriendo) quedaron en la historia como récord individual de yardas obtenidas en el Rose Bowl. Una actuación propia de campeonato y que quedó en la historia como una de las proezas más grandes generadas en la era del BCS.
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