Dentro de seis días se estará jugando en New Jersey, la 48° edición del Super Bowl. Un hecho histórico ya que será el primero en el área de New York/New Jersey y el primero que se dispute al aire libre con temperaturas bajo, y no se descarta la chance de ser el primero que también se juegue con el terreno de juego cubierto de nieve. Algo inédito, sin dudas. Pero a lo largo de la historia de la NFL, han habido juegos de playoffs que fueron celebrados bajo condiciones muy frías. Y una ciudad que está directamente vinculada con esa clase de acontecimientos es Green Bay, que hace tres semanas tuvo un partido de postemporada a 20 grados bajo cero y remontándonos más de 45 años atrás, nos encontramos con uno de los juegos más memorables por lo que había en disputa y por las condiciones gélidas bajo las que se jugó aquel partido.
En la tarde del 31 de diciembre de 1967, Lambeau Field recibía el partido por el campeonato de la vieja NFL. Los bicampeones reinantes Green Bay Packers recibían a los Dallas Cowboys, en una re-edición de la final disputada un año antes, pero en esa ocasión, los 25 grados bajo cero que habían a la hora del kickoff, le dieron una característica completamente especial. El frío era tal, que sobrepasó al sistema de calentamiento del césped del terreno de juego, dejando la cancha congelada. Otro aspecto para comprender la dificultad climatológica: los silbatos de los jueces también se congelaron, y debieron marcar cada cobro nada más que con sus gritos.
Los Packers, sacando ventaja de su localía -y del frío, posiblemente- no tardaron en poner puntos en el marcador y en pleno primer cuarto, ya ganaban por 14-0, con dos pases de touchdown de Bart Starr a Boyd Dowler. Estaban en pleno control de las acciones, pero ellos mismos ayudaron a los Cowboys a meterse en el partido, con dos balones perdidos que derivaron en 10 puntos consecutivos de los visitantes. Al iniciar el último cuarto, Dallas tomó ventaja en el marcador, luego de ejecutar la halfback option, donde Dan Reeves eligió lanzar un pase profundo a Lance Rentzel, quien lo llevó a las diagonales. El equipo de Green Bay debía remontar, si pretendía sumar otro título más.
Con menos de cinco minutos en el tiempo reglamentario y desde su yarda 32, los Packers iniciaron su última ofensiva. Starr lució muy bien, completando tres pases que llevaron el ovoide hasta dentro de la yarda 20 del territorio Cowboy. Faltaban 16 segundos para el final y con el balón en la yarda 1, Starr pidió el último timeout disponible para decidir con el coach Vince Lombardi, cuál iba a ser la jugada a ejecutar. En la charla, el mariscal solicitó correr la jugada que hoy es conocida como QB Sneak y Lombardi aprobó la idea, bajo el grito de: "¡Correla y vamonos luego de aquí!". Un detalle no menor: el guard derecho, Jerry Kramer, había notado un punto débil en el centro de la línea defensiva de Dallas. Eso justificó en gran medida la decisión de realizar esa jugada.
Una vez alineados, a una yarda de entrar a la zona de anotación, el balón se puso rápidamente en juego. Y tan rápido como fue el snap, Kramer y el centro Ken Bowman se llevaron por delante al tackle defensivo, Jehtro Pugh, creando el espacio suficiente para que Starr cruzara el goal line con el balón en su poder y así, anotar el touchdown que colocó a los Packers arriba por 21-17, el cual acabó siendo el marcador final. Green Bay lograba el tricampeonato, el último que se iba a dar en el fútbol americano profesional y en medio de un clima que hizo de este partido en uno de los más grandes de la historia.
Sólo para entender aún más la trascendencia de este juego: tanto el manager general de los Cowboys, Tex Schramm, como los entrenadores de ambos equipos, Vince Lombardi y Tom Landry, así como también 12 jugadores (Bob Lily, Bob Hayes, Bart Starr, Ray Nitschke, entre otros) forman parte del Salón de la Fama en Canton, Ohio.