En el fútbol americano se suele tener todo preparado y previsto, ya sea para situaciones favorables o casos más complejos. Lógicamente, también se preparan partidos y temporadas completas considerando que sus mejores jugadores estarán disponibles. Pero, hay lesiones que pueden dañar la fisonomía de un conjunto y esas bajas son más sensibles si se tratan de mariscales de campo que son emblemas o simplemente, por quienes giran sus ofensivas.
En las últimas semanas y, con la inmensa cantidad de lesionados que se han dado este año, algunos equipos han tenido que enfrentar esa grave dificultad que significa la perdida por lesión de su quarterback titular, poniendo a prueba la calidad del staff de entrenadores y también, la profundidad que existe en la posición de QB.
En menos de una semana, los Green Bay Packers han visto pasar a tres jugadores distintos en ese puesto. Después de la lesión en la clavícula que sufrió Aaron Rodgers, en el comienzo del juego del lunes pasado ante los Chicago Bears, entró Seneca Wallace quien claramente no estaba listo para asumir tal responsabilidad. La consecuencia, fue que la ofensiva de Green Bay se vio muy limitada en su selección y ejecución de jugadas y, a pesar de mantenerse en la contienda hasta el cuarto período, acabaron perdiendo.
Ayer domingo, y con casi una semana de preparación para el duelo con los Philadelphia Eagles, Wallace tenía mayor capacidad de hacer jugadas arriesgadas. Completó sus cinco primeros pases, pero debió abandonar el juego por una lesión en la ingle. Scott Tolzien, quien no había tomado un solo snap en la NFL, tuvo que reemplazarlo. No lo hizo mal (24/39, 280 yardas, 1 touchdown), pero su inexperiencia le pesó en la falta de timing con los receptores en algunos pases y sobre todo, en las dos intercepciones que lanzó. Una de ellas, en situación de 3° y goal, cuando los Packers perdían por siete unidades.
Aquí se ve el caso de un equipo que ha sufrido de hechos desafortunados al perder mariscales en dos juegos consecutivos, por lo que sería injusto juzgar los cometidos de Wallace y sobre todo, de Tolzien quien literalmente, fue lanzado a los leones. El coach, Mike McCarthy, siempre se ha distinguido por preparar muy bien los partidos y saber como suplir las ausencias. El caso de Matt Flynn en diciembre de 2010 (254 yardas y 3 TDs vs. New England), ilustra notoriamente ese concepto.
Los Bears y los Eagles también han debido usar quarterbacks suplentes en la presente temporada. Chicago ganó el lunes pasado en Lambeau Field con Josh McCown en los controles y, desde el primer drive, se veía lo bien preparado que estaba. Rápidas decisiones, pases precisos y administrando la ofensiva. Crédito también para el coach, Marc Trestman, por no exponerlo demasiado.
En tanto, la lesión de Michael Vick y la irregularidad en resultados, llevaron a que Chip Kelly mantuviera a Nick Foles, otrora reserva, como el actual QB titular en Philadelphia. Este es un caso más positivo, puesto que Foles ya había jugado algunos partidos en su año de novato, por lo que ya tenía experiencia antes de tomar el lugar de Vick en la cuarta fecha. Sus 16 pases de touchdown (siete de ellos en Oakland) y sus cero intercepciones justifican la decisión de Kelly.
Cierto, se puede reemplazar la ausencia de un jugador clave de un equipo. Pero hay casos en que esa ausencia es tan significativa y tan irreemplazable, que esa sola lesión puede conspirar contra las aspiraciones de toda una temporada. Green Bay había resistido y hasta evolucionado con distintas adversidades, pero ahora que no está Rodgers, queda más que claro su importancia como jugador franquicia y lo fundamental que resulta un jugador de su categoría para un equipo con pretensiones de campeonato.
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