domingo, 30 de agosto de 2015

Del rugby al football


Una de las principales historias que ha dejado la presente pretemporada en la NFL se concentra en la figura de Jarryd Hayne, un australiano de 27 años que decidió dejar atrás su estatus de superestrella en la liga australiana de rugby, donde fue distinguido en dos ocasiones como el mejor jugador de la competición, para emigrar a Estados Unidos y probar suerte con cascos y hombreras. Si bien este no es el primer caso de un rugbista que pasa al fútbol americano, este es uno bien particular. Hayne, en sus años en el rugby, siempre sobresalió por su habilidad para correr con el balón, eludir rivales y anotar tries por doquier. Cualidades que bien pudieran asemejarse a las que poseen los buenos corredores y/o regresadores de patadas en la NFL y precisamente, esas son las posiciones en las que está probando Hayne con los San Francisco 49ers.

Ha estado presente en los tres partidos disputados por los Niners en este mes, donde no ha pasado inadvertido. Solo para tener una referencia: el pasado 15 de agosto, ante los Houston Texans, hizo un acarreo de 53 yardas en su segunda intervención con el balón, mientras que el pasado 22 agosto, frente a los Dallas Cowboys, sumó más de 100 yardas entre corridas y regresos de patadas, incluyendo una jugada de 27 yardas, donde siguió bloqueos y superó a tres rivales con una asombrosa facilidad. El oriundo de Sidney desea ser parte de la NFL, tal como anunció el año pasado cuando confirmó su partida de la liga de rugby y por su fuerza e instinto para correr con el balón, reúne interesantes condiciones como para ser parte del plantel de 53 jugadores, que son los que quedan con el equipo para disputar la temporada. Aunque para eso, Hayne deberá pasar los dos cortes correspondientes. 

A través de la historia, se han dado casos como el de Jarryd, siendo el galés Terry Price quien abrió el camino para los rugbistas, cuando en 1971 cambió las canchas europeas por el uniforme de los Buffalo Bills, el equipo que le dio la oportunidad de probarse fútbol americano profesional. Aunque los rugbistas convertidos en futbolistas comenzaron a destacarse a partir de los años 80s. Y aquí, hay tres ejemplos que son dignos de destacar.

Steve Tasker es recordado por ser uno de los jugadores más destacados de los Buffalo Bills entre 1986 y 1996, en particular por sus contribuciones en cuadros especiales, retornando patadas e incluso, bloqueando despejes de los rivales. A pesar de no ser tan grande, siempre fue reconocido por ser muy agresivo, razón por la cual desempeñó como rugbista en la Universidad de Northwestern, luego de haber terminado su etapa en el fútbol americano, llegando a ser distinguido como el mejor jugador de la Conferencia Big Ten, a pesar de no haber tenido experiencia previa en el rugby. Recién después de esa fugaz etapa jugando con la ovalada, pasó la NFL en 1985 donde fue elegido por los Houston Oilers.

Futbolistas o rugbistas que pasan a la NFL por pegarle fuerte al balón son muchos y el sudafricano Gary Anderson ha sido uno de los más sobresalientes dentro de esa particular especie. Anderson, en su etapa escolar, jugaba rugby y solía patear muy bien el balón, y un día recibió un llamado para probarse con los Philadelphia Eagles. De ahí no paró más. Desde su debut con los Pittsburgh Steelers en 1982 hasta el final de su carrera con los Tennessee Titans en 2004, acertó el 80% de sus intentos de gol de campo, llegando a tener un 100% de eficacia en la temporada regular de 1998 con los Minnesota Vikings (eso sí, en esos playoffs cometió su único fallo y costó la derrota a los Vikes). Con 538 field goals, se retiró como el segundo mejor de toda la historia.


Y un caso más reciente es el de Haloti Ngata, quien se ha destacado como uno de los más dominantes jugadores de línea defensiva en sus nueve años de carrera en la NFL, hasta el año pasado siempre estuvo con los Baltimore Ravens y a partir de este año, estará con los Detroit Lions. Pero mucho antes de ser una estrella con casco y hombrera, Ngata pasó parte de su juventud jugando al rugby en el colegio Highland de Salt Lake City, donde usaba su fuerza física (154 kilos en la actualidad) para derribar rivales con el balón en sus manos. Un auténtico tractor, quien no solo cambió el rugby por el football, sino que también cambió su rol en la cancha. De ofensiva a defensiva, y dada su capacidad física, fue un cambio que le quedó bastante bien.

Es cierto, rugby y fútbol americano son dos deportes muy distintos. Pero ciertas habilidades de algunos de sus exponentes los acercan un poco más, tal como lo demostró en su momento el pie de Anderson, la intensidad de Tasker, la fuerza de Ngata y como pretende hacerlo ahora Hayne en San Francisco. La versatilidad como una forma de actuar en el deporte profesional.