domingo, 23 de junio de 2019

St. Louis Blues: del infierno al cielo (en pocos meses)


por Claudio Jorquera
Twitter: @chonet

El 3 de octubre de 2018 se dio inicio a la centésimo primera temporada de juego de la National Hockey League. El 6 de abril recién pasado terminó la extensa temporada regular de 82 partidos para cada una de las 31 franquicias. Exactamente 186 días. Casi a mitad de camino (92 días), un modesto equipo de la Conferencia Oeste ocupaba el último lugar en exclusivo de su división, de la conferencia, y de toda la NHL: St. Louis Blues.

El equipo de la Fusa estaba en el sótano de la NHL con apenas 34 puntos, un poco más de la mitad de los Super-Tampa Bay Lightning, quienes anticipadamente se quedaron con Presidents' Trophy, que premia al equipo con más puntos en la temporada regular. Además, contaban con un entrenador interno, Craig Berube, un canadiense undrafted ex Flyers y Capitals, quién acumuló más de 3.000 minutos de penalidad en sus 17 años de carrera (top 10 en toda la historia de la NHL). Justamente los Flyers le dieron su primera oportunidad de dirigir un equipo, llegando a los Playoffs en su primera temporada, pero terminando despedido el año siguiente.

Berube estaba trabajando en uno de los equipos afiliados de los Blues, los Chicago Wolves (AHL). En noviembre pasado, cuando la crisis en St. Louis era total, el General Manager Doug Armstrong despidió a Mike Yeo y le entregó el fierro caliente al nativo de Alberta. Luego de un comienzo muy irregular entre noviembre y diciembre, que lo mantuvo en el sótano divisional, logró despegar entre enero y febrero al encadenar una racha de 11 triunfos consecutivos. Remató la temporada regular ganando 8 de los últimos 10, para quedarse con el 3er lugar de la División Central, alcanzando los 99 puntos.

El estilo de Berube es franco y directo. No tenía tiempo para esperar, debía actuar.  Y dejó su marca de inmediato. Sin paciencia. Cuando veía que su arquero Jake Allen hacía agua, no tuvo problemas para sentarlo en la banca y darle la oportunidad a Jordan Binnington, de apenas 25 años. El muchacho de Ontario, que apenas había jugado sólo un partido en 2015-16, se adueñó de la portería y jugó 30 de los últimos 45 partidos, permitiendo menos de dos goles por encuentro y salvando casi el 93% de los lanzamientos a portería.


La expansión del 67

En los años 60, la NHL vivía momentos de incertidumbre, ante la tozuda actitud de no salir de los famosos Original Six, los seis equipos que sentaron las bases de la NHL moderna y que le dieron estabilidad por casi un cuarto de siglo. Los temas asociados a los contratos televisivos, la negativa a adaptar los horarios de comienzo de los partidos, la ausencia de una expansión a la costa Oeste y a otra grandes ciudades del Este , junto con el crecimiento de la Western Hockey League, obligó a los dueños a cambiar de opinión. Esto dio pie a un crecimiento de la liga con 6 equipos nuevos para la temporada 67-68.

Los Blues fueron parte de esta nueva camada de equipos que hizo crecer a la NHL a toda Norteamérica. Y no les fue mal. Consiguieron llegar a la Stanley Cup Final en sus tres primeras temporadas, aunque fueron barridos en todos los partidos, primero ante los Canadiens y luego por partida doble ante los Bruins, con aquel gran equipo de Bobby Orr y Phil Esposito, entre otros.

St. Louis ha sido un permanente animador de los Playoffs de la NHL. Han conseguido llegar a la postemporada en 42 de sus 52 temporadas, más que ningún otro equipo de expansión. Pero, luego de 49 años, han sido el último equipo de aquella expansión en lograr su tan ansiado título (Flyers en 1974, Penguins en 1991, North Stars-Stars-Seals en 1999 y el más reciente, Kings en 2012).

Buscando la Copa

Como tercer sembrado divisional, los Blues debieron enfrentar al segundo lugar de su misma división, los Winnipeg Jets. Un equipo muy competitivo que no tuvo una temporada fabulosa como la anterior, donde terminaron perdiendo por 1-4 las finales de Conferencia ante los nuevos Vegas Golden Knights.

Esta primera ronda fue bastante atípica, ya que los primeros cinco partidos fueron a favor de los visitantes, hecho que no se daba desde 2004. Un hat-trick del alero izquierdo Jaden Schwartz le dio el triunfo a los Blues en una serie, luego de dos temporadas. Cuando todo hacía pensar que sería Nashville el rival en la siguiente ronda, finalmente sería Dallas, un rival archiconocido en Semifinales de Conferencia. Los Stars dieron la sorpresa en la ronda previa, venciendo por 4-2. Los Blues comenzaron fuerte e imponiéndose en casa con dos goles del alero derecho, Vladimir Tarasenko. En el sexto partido, Dallas llegó con la primera opción para avanzar, ya que estaban en casa con ventaja de 3-2 en la serie. Una espectacular actuación del joven Binnington, junto con los aportes goleadores de dos grandes figuras como Perron y Pietrangelo, evitaron la eliminación.

Dos días después, en el Enterprise Center hecho una caldera, los Blues aseguraron su pase a Semifinales en el sexto minuto del segundo overtime, gracias a una anotación de Patrick Maroon, quién tomó el rebote luego de una tapada de Ben Bishop a un lanzamiento de Robert Thomas. Monumental lo de Bishop, quién sufrió un bombardeo de 54 lanzamientos a puerta y épico lo de Maroon, quién es un nativo de St. Louis.

El sueño de la primera Stanley Cup para la ciudad se hizo cada día más posible. El rival, los Sharks, que venían de otra serie a siete partidos frente al Colorado Avalanche. En su último enfrentamiento en Playoffs (2016), San Jose había pasado a la Stanley Cup, que finalmente terminaron perdiendo contra los Penguins de Crosby, Malkin y compañía.

Todo comenzó mal en el SAP Center, porque los locales se llevaron el triunfo por 6-3. Dos días después, sacaron un importante triunfo de visita por 4-2. El partido 3, ya en casa, fue altamente dramático, porque los Blues lograron remontar un 0-2 y un 1-3 en contra, para ponerse en ventaja. por 4-3. Quedando menos de 2 minutos, y los Sharks jugando sin portero, el goleador Jaden Schartz falló en anotar el gol del triunfo estando la portería vacía. Tras cartón, en una confusa jugada, los Sharks lograrían el gol del empate. Overtime, y apareció el veterano Erik Karlsson para dar el triunfo a San Jose, para liderar 2-1 la serie. Gol altamente polémico, porque se reclamó un pase apoyado con la mano en la jugada previa del suizo Timo (y no es broma) Meier.

Al parecer el polémico gol fue el impulso que necesitaban los Blues para ir a buscar la serie. Se llevarían los siguientes 3 partidos, dos por goleada, recibiendo apenas dos goles. 2-1 en casa, luego un 5-0 en el SAP y un 5-1 final en casa. 4 de los 12 goles fueron anotados en power play, un 33% muy superior al 20% de la liga durante la temporada regular.


La Final

Carnaval en St. Louis. Primera final en 49 años.

El Rival: Boston Bruins. Esta final Boston-St. Louis se convertiría en el undécimo enfrentamiento entre ambas ciudades, considerando las cuatro ligas principales. Y claro, es la única pareja de ciudades que han tenido finales en esos cuatro deportes. Los últimos enfrentamientos habían sido en las World Series de 2013, con triunfo de Boston. También los Red Sox consiguieron la victoria en 2004, terminando con su racha de 86 años sin celebrar. El otro enfrentamiento en este siglo, fue en el Super Bowl XXXVI de 2002, donde un tal Tom Brady se quedaba con su primer título de liga con los New England Patriots ante unos St. Louis Rams inmensamente favoritos.

En primera ronda de Playoffs, casi quedaron fuera contra el sufrido equipo de los Maple Leafs. Tuvieron que ir al Scotiabank Arena a ganar el sexto partido, partido de eliminación. Finalmente, remataron a Toronto con un 5-1 contundente, el 23 de Abril.

Luego los Bruins enfrentaron a los Blue Jackets, que clasificaron como segundo comodín, y ¡barrieron en cuatro partidos! a los Campeones de la Temporada Regular Tampa Bay Lightning. Luego de un triunfo en overtime en el primer partido, los de Columbus, se llevaron los dos siguientes partidos, y el fantasma de la eliminación al favorito se aparecía en el TD Garden. Pero Pastrnak, Bergeron, Krejci y el portero Rask se encargaron de borrar al equipo azul e imponerse por 4-2 en la serie.

En las semifinales, enfrentarían a los poderosos los Carolina Hurricanes, quienes habían bajado a los campeones Capitals en 7 partidos. 17 a 5 fue el marcador acumulado en los 4 partidos. Una barrida que no estaba en los cálculos de nadie. 109 salvadas y 4 períodos completos sin recibir gol tuvo el fenomenal Tuuka Rask. Primera final en seis años para los Bruins. Previo al título de 2011, los Bruins habían perdido 5 finales seguidas. Nos tenermos que remontar a 1971-72 para encontrar otra final ganadora para el equipo amarillo.

La final tuvo de todo: siete partidos y muchas goleadas. Los primeros cuatro partidos se repartieron uno tras otro. El primero, en Boston, fue con remontada incluída, un 2-0 de Blues, que olvidaron anotar en 39 minutos y dejaron que los Bruins ganaran con 4 goles consecutivos. En el segundo partido, ambos equipos se olvidaron de anotar en el 2do y 3er período. Fue un 2-2 que se rompió en el amanecer del Overtime con un palazo de Carl Gunnarson, quien anotaría su primer y único gol en estos Playoffs. Este partido, en mi opinión personal, fue la muestra más clara que los Blues realmente iban por la Copa y no serían comparsas. Tenemos la prueba de las 34 salvadas de Rask en ese partido.

Retorno al Entreprise Center, y Boston mostró todas sus armas. Goleada por 7-2, siete anotadores diferentes y la friolera de 4 goles en Powerplay (7 intentos). Berube sacó al joven Binnington e hizo jugar a Jake Allen, quien no ocupaba la portería en casa desde el 7 de enero, con el equipo en plena crisis. Los Bruins entraban al 4to partido con la posibilidad de romper la tendencia, pero se encontraron con un gol de camarín de Ryan O’Reilly. En la mitad final del último período se rompió el 2-2, con un gol del mismo O’Reilly y el final de Schenn con la portería vacía.

Los Blues rompieron la tendencia. Llegaron al TD Garden a buscar el triunfo que les podría dar la posibilidad de llevarse la copa en casa. Nuevamente fue Ryan O’Reilly quién abriría la senda para el equipo de la Fusa. Cuando Boston iba con todo en busca del empate, las polémicas. Primero, un no goal de Pastrnak, que intentó meter el puck y a Binnington dentro del arco con su stick y luego, el 2-0 de David Perron fue ensombrecido por un posible foul no cobrado en la jugada previa (un tripping) de Tyler Bozak a Noel Acciari. El gol final de DeBrusk no fue suficiente.

Cuando la fiesta estaba lista en St. Louis para celebrar la copa, Boston nuevamente mostró todo su poderío ofensivo y se llevó el triunfo por 5-1. Cuatro goles en el último período fueron demasiado para los locales.

Nuevo intento de fiesta en Boston, para el séptimo y último partido de la temporada. Pero fue Ryan O’Reilly el que abriría el sendero para la consagración de los Blues, desviando un misil del defensa Jay Bouwmeester. El capitán Alex Pietrangelo anotaría en los últimos 10 segundos del primer período, gracias a una enorme asistencia del zurdo Jaden Schwartz quien, en jugada de contra, hizo una pared contra la pared. Esto no es broma.

Luego de un segundo período sin goles, vendría la lápida de los Blues, con goles de Schenn y de Zach Sanford, otro que anotaría su único gol, habiendo estado apenas 80 minutos en el hielo durante todos los Playoffs. Fue el jugador de campo que menos minutos jugó en toda la fase final de la NHL para los campeones. La jugada previa de David Perron para ese gol final, fue extraordinaria. Eludió a tres rivales y le dejó el puck servido al joven left wing de 24 años nacido en… Massachusetts.

Nuevo campeón en la NHL. Ryan O’Reilly sería premiado con el Conn Smythe Trophy como el jugador más valioso de los Playoffs y Alex Pietrangelo recibió la mítica y eterna Stanley Cup para acreditar su primer título de liga.

¡Nos vemos en la próxima temporada!

Claudio Jorquera es columnista invitado en Gringo Sports. Es uno de los responsables de NFL Chile, siendo uno de los comentaristas en el podcast de aquel sitio. Además, contribuye para Spanish Bowl.

domingo, 16 de junio de 2019

La estampida de los Raptors


por Miguel Meléndez
Twitter: @journalistmike

La temporada 2018-2019 de la NBA pasó a la historia por tener a un inédito campeón: Toronto Raptors se adjudica su primer campeonato en sus 24 años de existencia, siendo además el primer equipo fuera de Estados Unidos que logra ganar esta competencia. El hito de por sí es valorable, más aún si en las recientes Finales vencieron a los Golden State Warriors, quienes aspiraban al tricampeonato. Pero este triunfo ofrece varios enfoques que ayudan a entender más lo hecho por los Raptors. Hubo un proceso, hubo una madurez y también hubo riesgos que los llevaron a lograr el trofeo, que podría impactar a la liga de cara a los próximos años.

Partamos por lo deportivo: los Raptors impusieron su defensiva durante la serie ante los Warriors. Desde el primer partido se notaba que tenían estudiados los movimientos, sobre todo cuando los tiradores de Golden State salen de las cortinas. Si bien Stephen Curry promedió 30.5 puntos a través de la serie, le costó mucho trabajo encontrar sus tiros. En parte, por la marca que le colocaban los Raptors, ya sea cambiando en las cortinas o con coberturas individuales, mediante Danny Green o Fred VanVleet quien lo perseguía por toda la pista. Esa fue una de las claves por las que Toronto comenzó a inclinar el duelo a su favor y un efecto de esa defensa se produjo en el ritmo de juego, un poco más lento de lo que suelen jugar los Warriors - en promedio se jugaron 96.5 posesiones por partido en estas Finales.

En ofensiva, los Raptors ofrecieron varios matices. Algunos, propios de un baloncesto más clásico con muchas jugadas de poste y otros, dignos de su contrapartida, incluyendo cortinas altas y pases rápidos. Impresionó la calma de Pascal Siakam jugando de cara al aro, sorprendió la toma de decisiones de Kyle Lowry y agradó ver la astucia de Fred VanVleet, quien terminó siendo el factor X de este equipo. Pero quien lideró este triunfo canadiense fue Kawhi Leonard, tal como lo hizo en todo este proceso. A veces, algo obsesionado con resolver todo vía Isolations, pero en los momentos claves y cuando todo el equipo fluía, el # 2 de los Raptors aparecía con canastas que marcaban el camino para su escuadra.

Además de sus virtudes defensivas, Kawhi Leonard ha pulido su tiro al grado de ser uno de los encestadores más letales de la liga. Puede volcar la pelota, como también puede anotar de tres puntos. Sus promedios en las Finales lo delatan: en 40.5 minutos jugados, anotó 28.5 puntos y añadió 9.8 rebotes con 4.2 asistencias. Con 27 años, ya es una estrella absoluta y todavía parece que no ha llegado al peak de su carrera. Kawhi ya ha ganado dos premios de MVP en Finales (el anterior fue en 2014 con los Spurs) y bien pudiera ser catalogado como uno de los tres mejores jugadores de la liga. Leonard y los Raptors son tal para cual, porque a la franquicia le faltaba un jugador con perfil ganador y porque Kawhi necesitaba estar en un equipo donde pudiera ser la figura indiscutida, sin depender necesariamente de un esquema.

Su aporte y su llegada al equipo responde a una movida arriesgada del manager Masai Ujiri, quien decidió ficharlo pese a que Leonard pasó lesionado casi todo el año pasado y a que será agente libre dentro de unas semanas. Una operación controversial, tanto como el despido del ex técnico Dwane Casey a fines de la temporada pasada, pese a haber logrado la mejor marca de su conferencia y a haber ganado el premio como coach del año, dando paso a Nick Nurse quien se convirtió en el director técnico, pese a no tener experiencia previa como head coach en la NBA. Dos movidas inusuales que se convirtieron en una apuesta de parte de Ujiri. Para completar estas movidas, a mediados del reciente torneo adquirió a Marc Gasol justo antes de la fecha límite para hacer traspasos. Gasol, un jugador con experiencia, ideal para reforzar a un equipo con ganas de campeonar.

Toda esa sucesión de cambios se tradujeron en buenos resultados: 58 triunfos en temporada regular, la segunda mejor marca en el Este y durante los playoffs, triunfos resonantes ante los Sixers y ante los Bucks, a quienes les remontaron un 0-2. Su camino en la conferencia derivó en la última serie, la cual coronaron de visita en Oakland. Un equipo que como tal se fue armando durante este año, cuya defensiva fue su fortaleza y cuya versatilidad se pudo apreciar en el último mes, adecuándose a los desafíos que se les presentaban. Porque para neutralizar a Giannis Antetokounmpo  y luego, para defender a Stephen Curry, hay que tener muchas cualidades y tener muchos recursos. Los jugadores crecieron como colectivo, Nurse les sacó provecho y Ujiri apostó para ganar este año, y triunfó. Un método que no suele darse en la NBA, pero que más de algún dirigente podría considerarlo a partir de ahora.

Un triunfo macizo, certero, redondo, que también puede interpretarse a nivel cultural. Por primera vez, un equipo fuera de Estados Unidos gana el campeonato de la NBA. El hecho de por sí impacta dentro de una liga que a nivel de jugadores se ha globalizado en este siglo y cuya expansión internacional podría ser más notoria a partir de este triunfo de Toronto. Justo cuando el comisionado Adam Silver deslizó la chance de tener más franquicias dentro de los próximos años, este suceso canadiense echa a volar la imaginación de aquí a la próxima década. ¿Más partidos oficiales fuera de US? ¿Otra franquicia en Canadá? ¿Qué tal un equipo en México, donde ya se juegan partidos de temporada regular hace cinco años? Este primer título de los Raptors invita a pensar en seguir ampliando fronteras.

En una época de súper equipos y francotiradores, sorprende y refresca tener un campeón así. Una apuesta distinta, con jugadores de varias latitudes como el camerunés Siakam, el congoleño -de nacimiento- Ibaka y el español Gasol, quien repite el mismo hito de su hermano Pau. Una estrella de bajo perfil como Leonard quien, en principio, estaría solo por esta temporada (está por verse si se queda en Toronto) y con un entrenador desconocido y sin tanta experiencia como Nurse. Arriesgaron y ganaron, con el We The North como grito de guerra, el cual pertenece a Toronto y al que se unió toda una nación. Una historia tan agradable como surreal, la NBA suma a los Toronto Raptors dentro de su historial de campeones. Y en un contexto histórico, parece con justicia: por fin el trofeo Larry O'Brien llega a Canadá, el país donde se inventó el básquetbol.


Miguel Meléndez es el creador y responsable de Gringo Sports. Desde 2011 escribe artículos sobre los principales deportes norteamericanos. Además, es conductor y comentarista en el podcast de NFL Chile.