viernes, 29 de junio de 2012

Reyes de la pista

Llevaban 46 años de existencia, pero siempre se encontraban a la sombra de los Lakers y en menor medida de los Dodgers. Sólo habían llegado a una final, en 1993, plena etapa de Wayne Gretzky. Fuera de eso, no habían grandes logros. La temporada recién finalizada no pintaba muy diferente para Los Angeles Kings, pero lograron resurgir.

En diciembre cambiaron de entrenador (Darryl Sutter por Terry Murray) debido a irregulares resultados, la producción goleadora era una de las más bajas de toda la NHL, aunque de igual forma, les alcanzó para obtener el octavo y último lugar en la clasificación a los playoffs del oeste. De ahí en adelante, todo fue muy distinto.

Como visitantes se hicieron grandes. Despacharon a Vancouver Canucks -campeón defensor de conferencia- en cinco partidos, barrieron con St. Louis Blues y vencieron a Phoenix Coyotes para así llegar a la última instancia.

En la disputa por la Copa Stanley se encontraron con New Jersey Devils y al igual que en las series previas, debían comenzar jugando como forasteros. No les importó, ganaron los dos primeros juegos -ambos en prórroga- y llegaron a ponerse 3-0 en la serie. Los "Diablos" ganaron dos seguidos, pero los Kings se encargaron de reducir cualquier chance de remontada, liquidando la final en Staples Center.

Y lo hicieron con un contundente 6-1 en el sexto juego, en el que hicieron gala de sus principales cualidades: efectividad en situaciones de "power play" (tres de los seis goles llegaron de esa manera) y admirable seguridad ofrecida por su portero, Jonathan Quick, quien ganó el premio Conn Smythe como el mejor jugador de los playoffs, promediando 94.6% de tiros atajados y 1.4 goles en contra a lo largo de los 20 encuentros de postemporada.

Los Kings hicieron historia, al ser el primer 8º clasificado que logra adjudicarse el trofeo, el primero de su historia, y además dejando en claro que en L.A. no sólo son los Lakers -con quienes comparten estadio- los que pueden ganar campeonatos.

jueves, 28 de junio de 2012

Por fin, Lebron

Hasta que llegó el momento en que apareció en momentos claves, hasta que llegó el instante en que dejó de forzar jugadas, hasta que comenzó a distribuir el juego de mejor forma, hasta que dejó de arrugar cuando su equipo más lo necesitaba.

Finalmente, Lebron James, uno de los deportistas más chaqueteados del mundo (con justa razón, en todo caso), pudo ganar un campeonato de la NBA y lo hizo siendo el líder del Miami Heat y exhibiendo un rendimiento propio de un campeón. En el quinto partido de las finales, marcó un triple doble: 26 puntos, 11 rebotes y 13 asistencias y a lo largo de la serie ante Oklahoma City Thunder promedió 28.6 puntos, 10.2 rebotes y 7.4 asistencias. Más que suficiente para haber sido nombrado el jugador más valioso de las finales.

No hay dudas, James es uno de los mejores basquetbolistas en la actualidad y no tuvo mejor manera de confirmarlo esta temporada, al adjudicarse el trofeo de campeón con Miami.

Eso sí, y sin ánimos de aguar la fiesta: No es útil, necesario ni conveniente seguir colocando a Lebron y a Michael Jordan dentro de una misma frase. No tiene sentido compararlos. Épocas distintas, rivales distintos, situaciones distintas. Mientras uno marcó una época y es catalogado como el mejor de todos los tiempos, otro aún construye su propia historia.

miércoles, 27 de junio de 2012

Lecciones aprendidas

Junio 2011. Miami Heat pierde las finales ante Dallas Mavericks y mostrando cierta apatía en momentos claves de los partidos. Parecía que el equipo estaba mal conformado y cuyo único diseño ofensivo era jugar al "Isolation" con Lebron James y/o Dwyane Wade.

Habían cosas que corregir. Y lo hicieron, mediante un proceso que se pudo ver en la temporada e incluso, durante los playoffs. Desde los primeros días de la competición, se notaba que James y Wade ya no iban a forzar más disparos y, en caso particular de Lebron, reducir la cantidad de intentos de triple.

Aumentaron los ataques directos a la canasta y con ello, más puntos en la pintura o, en la siempre útil opción secundaria, abrir para otro jugador que estuviera desmarcado para lanzar un "three pointer". Así lo hicieron en la serie por el título ante Oklahoma City Thunder, donde James y Wade sacaron provecho de sus cualidades físicas y atléticas, logrando, en reiteradas ocasiones, jugadas de doble y falta.

No hay que dejar de lado a Chris Bosh, quien ejerció de forma bastante efectiva la posición de "5", en esa suerte de alineación titular anómala con la que terminó jugando el Heat -sin un pívot clásico-. Bosh no es precisamente un jugador interno del tipo "físico", pero si cuenta con una gran técnica de lanzamiento y movimientos de poste, que le favorecen en duelos uno contra uno, tal como ocurrió en la final del este contra Boston Celtics.

¿Aportes secundarios? Varios, que llegan a ser tan valiosos como los provistos por los tres estelares. Shane Battier aportó con buena defensa, mientras que Mario Chalmers y Mike Miller garantizaron los puntos "extras" necesarios para asegurar triunfos.

Este equipo se caracteriza por velocidad, agresividad, y también por esfuerzo. Prueba de ello, se vio en la serie frente a OKC. Generalmente, cuando el balón quedaba a la deriva, era un jugador de Miami quien llegaba primero, sacrificando su integridad física. Detalles importantes que nunca se ven en las estadísticas.

En suma, Miami Heat agregó variantes a lo que ya habían logrado en la temporada previa y sumó nuevas cualidades -mayor movimiento del balón, por ejemplo- las que terminaron valiendo por el campeonato, el segundo de la franquicia y el primero desde que James y Bosh se unieron a Wade, en 2010. Ahora, cabe la interrogante: ¿Será el primero de múltiples títulos? asusta pensarlo.