
Como visitantes se hicieron grandes. Despacharon a Vancouver Canucks -campeón defensor de conferencia- en cinco partidos, barrieron con St. Louis Blues y vencieron a Phoenix Coyotes para así llegar a la última instancia.
En la disputa por la Copa Stanley se encontraron con New Jersey Devils y al igual que en las series previas, debían comenzar jugando como forasteros. No les importó, ganaron los dos primeros juegos -ambos en prórroga- y llegaron a ponerse 3-0 en la serie. Los "Diablos" ganaron dos seguidos, pero los Kings se encargaron de reducir cualquier chance de remontada, liquidando la final en Staples Center.
Y lo hicieron con un contundente 6-1 en el sexto juego, en el que hicieron gala de sus principales cualidades: efectividad en situaciones de "power play" (tres de los seis goles llegaron de esa manera) y admirable seguridad ofrecida por su portero, Jonathan Quick, quien ganó el premio Conn Smythe como el mejor jugador de los playoffs, promediando 94.6% de tiros atajados y 1.4 goles en contra a lo largo de los 20 encuentros de postemporada.
Los Kings hicieron historia, al ser el primer 8º clasificado que logra adjudicarse el trofeo, el primero de su historia, y además dejando en claro que en L.A. no sólo son los Lakers -con quienes comparten estadio- los que pueden ganar campeonatos.