
Finalmente, Lebron James, uno de los deportistas más chaqueteados del mundo (con justa razón, en todo caso), pudo ganar un campeonato de la NBA y lo hizo siendo el líder del Miami Heat y exhibiendo un rendimiento propio de un campeón. En el quinto partido de las finales, marcó un triple doble: 26 puntos, 11 rebotes y 13 asistencias y a lo largo de la serie ante Oklahoma City Thunder promedió 28.6 puntos, 10.2 rebotes y 7.4 asistencias. Más que suficiente para haber sido nombrado el jugador más valioso de las finales.
No hay dudas, James es uno de los mejores basquetbolistas en la actualidad y no tuvo mejor manera de confirmarlo esta temporada, al adjudicarse el trofeo de campeón con Miami.
Eso sí, y sin ánimos de aguar la fiesta: No es útil, necesario ni conveniente seguir colocando a Lebron y a Michael Jordan dentro de una misma frase. No tiene sentido compararlos. Épocas distintas, rivales distintos, situaciones distintas. Mientras uno marcó una época y es catalogado como el mejor de todos los tiempos, otro aún construye su propia historia.
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