jueves, 28 de junio de 2012

Por fin, Lebron

Hasta que llegó el momento en que apareció en momentos claves, hasta que llegó el instante en que dejó de forzar jugadas, hasta que comenzó a distribuir el juego de mejor forma, hasta que dejó de arrugar cuando su equipo más lo necesitaba.

Finalmente, Lebron James, uno de los deportistas más chaqueteados del mundo (con justa razón, en todo caso), pudo ganar un campeonato de la NBA y lo hizo siendo el líder del Miami Heat y exhibiendo un rendimiento propio de un campeón. En el quinto partido de las finales, marcó un triple doble: 26 puntos, 11 rebotes y 13 asistencias y a lo largo de la serie ante Oklahoma City Thunder promedió 28.6 puntos, 10.2 rebotes y 7.4 asistencias. Más que suficiente para haber sido nombrado el jugador más valioso de las finales.

No hay dudas, James es uno de los mejores basquetbolistas en la actualidad y no tuvo mejor manera de confirmarlo esta temporada, al adjudicarse el trofeo de campeón con Miami.

Eso sí, y sin ánimos de aguar la fiesta: No es útil, necesario ni conveniente seguir colocando a Lebron y a Michael Jordan dentro de una misma frase. No tiene sentido compararlos. Épocas distintas, rivales distintos, situaciones distintas. Mientras uno marcó una época y es catalogado como el mejor de todos los tiempos, otro aún construye su propia historia.

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