jueves, 26 de enero de 2017

Misión Houston (IV)

Los grandes equipos de la NFL pasan por una etapa evolutiva, en la cual los jugadores crecen, el colectivo se consolida y con ello, empiezan a gestarse victorias que los llevan a enfrentar desafíos mayores, los cuales conducen a la posibilidad de pelear por el campeonato. Todo eso viven actualmente los integrantes de los Atlanta Falcons quienes, a pesar de relativa inexperiencia, lograron sortear de forma brillante sus partidos de playoffs, sacando provecho de su ventaja de localía y ganándose el derecho de representar a su conferencia en el Super Bowl LI.

Desde su llegada a los Falcons en la temporada pasada, el entrenador en jefe Dan Quinn se ha encargado de fortalecer el carácter de este conjunto que solía ser talentoso pero frágil y por lo mismo, estaban lejos de los primeros lugares. Ese cambio de carácter se ve reflejado en Matt Ryan, quien hasta hace algún tiempo era solo un correcto pasador. Esos tiempos ya pasaron y ahora, Ryan se está convirtiendo en un quarterback con todas sus letras. Dirige a su tropa, se maneja dentro del pocket, pasa el balón con rapidez y precisión, se desplaza cuando es presionado y hasta se atreve a correr con el ovoide, siendo que antes nunca salía del pocket. Una prueba de esto último fue el acarreo de 14 yardas que terminó en touchdown, en el juego del domingo pasado frente a los Green Bay Packers. Una vez conseguida la anotación, Matt celebró efusivamente. Un carácter distinto.

El equipo de Atlanta llegará a la disputa del Trofeo Lombardi con la mejor ofensiva del torneo (Puntos por partido: 33.8 en temporada regular, 40.0 en playoffs), pero su defensiva ha sido igual de valiosa en las últimas semanas. El ímpetu de sus jugadores se ha potenciado con disciplina para aplicar sus jugadas. Crean espacios y colapsan la línea, para que entre Vic Beasley o cualquier otro linebacker a ejercer presión, mientras los esquineros y safeties cuidan cualquier ruta de largo trayecto de la ofensiva rival. Así fue como lograron maniatar a Russell Wilson y a Aaron Rodgers, dos mariscales con experiencia, que saben desplazarse y saben completar jugadas en momentos claves. Ambos fueron limitados, debido a la velocidad y ejecución de los Falcons. Una referencia: siete de los once titulares defensivos tienen menos de dos años de trayectoria en la liga. Están progresando y a paso firme.

En algún momento de su vida, Vince Lombardi profesaba este dicho: "ganar es un hábito". Aquella sentencia calzaba perfectamente con sus Packers, quienes ganaron cinco campeonatos durante la década de los 60s, y también aplica cabalmente con los New England Patriots, quienes bajo el mando de Bill Belichick (2000 a la fecha) jugarán su séptimo Super Bowl e irán por su quinto título. Ningún equipo ha ganado tantos partidos ni tantos trofeos como los Pats en el Siglo XXI y eso se debe al liderazgo de Belichick, quien forma y prepara a sus jugadores para competir en el más alto nivel y siempre con el propósito de llegar lo más alto posible.

Pasan los años, cambian casi todos los jugadores, pero el método y las técnicas persisten. Inteligencia para ejecutar correctamente el rol asignado, para seguir al pie de la letra la estrategia diseñada para el partido y para crear grandes jugadas en momentos precisos. Un factor común de los Patriots en la era Belichick es que su defensiva permite yardas y hasta algunos puntos, pero siempre logran jugadas que cambian el destino de un partido. Un ejemplo: el domingo pasado, en el último minuto de la primera mitad del duelo ante los Pittsburgh Steelers, esta unidad logró frenar tres veces a los Steelers dentro de las últimas cinco yardas de la cancha, previnieron un touchdown que hubiese acercado a Pittsburgh en el marcador y a cambio, los limitaron a solo tres puntos. Ahí, la diferencia era de ocho. Acabó siendo de 19.

En este conjunto hay un jugador que aplica todos los conceptos mencionados, pero dado su talento, los lleva a un nivel mayor. A sus 39 años de edad, Tom Brady se mantiene vigente y está marcando uno de sus mejores años en la liga, gracias a su actitud y su disposición de hacer siempre todo lo mejor por el bien de su equipo. No tiene problemas en repartir el balón a sus corredores, como pasó en varios partidos de esta temporada, si esa es la estrategia adecuada según Belichick y si el juego pasa por sus lanzamientos, mejor aún. El domingo pasado despedazó a los Steelers, quienes intentaron jugar defensa zonal. Brady manejó el ritmo del juego, cambió de formaciones a su antojo y acabó completando 384 yardas (récord personal en playoffs) con tres touchdowns, dos con Chris Hogan y uno con Julian Edelman, quienes atraparon toda clase de pases y en diversos puntos de la cancha. Hasta hubo espacio para un flea flicker.

En definitiva, serán los Patriots y los Falcons quienes definan al nuevo campeón de la NFL en la 51° edición del Super Bowl. Para Brady, Belichick y varios de los jugadores de New England es una final más para sumar otro título más a sus legados. Para Ryan, Julio Jones y la gran mayoría de los miembros de Atlanta es la oportunidad de cumplir un sueño. Por las cualidades de ambos equipos y por el momento que pasan, están todas las condiciones dadas para tener un gran partido el próximo 5 de febrero en Houston y más vale que sea así, puesto que en los 10 juegos disputados en estos playoffs, siete de ellos se definieron por 15+ puntos. Hay que remontarse al 2002 para encontrar un caso idéntico.

jueves, 19 de enero de 2017

Misión Houston (III)

Los playoffs de la NFL, un terreno en el que se ganan las batallas, se forjan los campeones y se consagran las leyendas. Este último termino puede ser perfectamente asociable con Aaron Rodgers, quien está marcando una serie legendaria. Si en el juego de Wild Card fue capaz de completar un pase de Ave María, en el reciente partido divisional de sus Green Bay Packers contra los Dallas Cowboys hizo todo lo humanamente posible para conducir a su equipo rumbo a la victoria.

Rodgers es capaz de manejar el ritmo del partido, con su liderazgo, sus decisiones en la cancha, sus pases y su astucia, con la que saca de quicio a los rivales, provocando offsides u otras infracciones que generan avances automáticos para Green Bay. Es tal su capacidad que no tiene vergüenza en señalizar a sus compañeros que aceleren el paso, si encuentra a la defensiva rival con 12 jugadores en la cancha.

Su precisión quirúrgica se refleja en los pases de más de 20 yardas, lanzados directamente a las manos de sus receptores, sin importar si el balón pasa rozando alguna mano adversaria. Es como si Aaron tuviera cada movimiento calculado, el suyo para tirar el balón y el de sus receptores en cuanto a sus rutas. Dentro del pocket es implacable y fuera de él lo es todavía más. Cuando se desplaza, nunca pierde de vista las trayectorias de sus compañeros, quienes lo ayudan recorriendo sus rutas o bien, improvisando sobre la marcha cuando la jugada parece romperse.

El ejemplo más claro de eso último se dio en aquel pase a Jared Cook en la última ofensiva del domingo pasado, cuando Rodgers se movió a su izquierda y mientras tomaba espacio vio en todo momento como Cook lograba separarse de los defensores. Así fue como el pase fue lanzado a un punto en que solo el receptor lo podía atrapar. De hecho, en una toma se vio como Rodgers le indicaba a Cook como debía colocar sus pies para completar la jugada.

Solo para tener una idea del nivel en el que se encuentra el #12 de los Packers, en estos playoffs tiene una precisión de 84% en pases lanzados fuera del pocket (14 de 17) con 220 yardas, un abuso comparado con el resto de los quarterbacks combinados quienes apenas completan 40% con 200 yardas entre todos. Y como si fuera poco, en los últimos dos años Rodgers ha completado ocho pases de +30 yardas en el último minuto de cada mitad. Calificarlo de excelente, en este momento, sería algo mezquino. Es mucho más que eso.

Rodgers es el jugador más valioso del equipo empacador, pero no juega solo. Así como sus receptores completan atrapadas que parecen imposibles, también está Mason Crosby quien demostró lo confiable que es y lo hizo en un momento de máxima presión, conectando dos goles de campo de +50 yardas en los dos minutos finales. El primero, de 56 yardas y el segundo, de 51 yardas, en la última jugada del partido, coronando el esfuerzo que había hecho Aaron y compañía en los segundos finales del enfrentamiento. Ocho victorias consecutivas, sacaron a los Cowboys quienes habían entrado en primer lugar a los playoffs y se nota que están con la confianza por las nubes. El conjunto de Green Bay llega en su mejor momento a la final de conferencia.

El resto de la jornada

No hay secretos con los Atlanta Falcons. Son un equipo pasador y así es como juegan sus partidos, de principio a final. Un pasador como Matt Ryan (¿MVP de esta temporada?) que explota cualquier espacio que le concedan los rivales, receptores como Julio Jones y Mohamed Sanu que se esparcen por toda la cancha, acumulando yardas y touchdowns por doquier, y corredores como Devonta Freeman y Tevin Coleman que complementan de forma precisa en el esquema. Como si nada, les metieron 36 puntos a los Seattle Seahawks, cuya defensiva no tuvo forma de parar este circo aéreo que tendrá una última función en su Domo, el próximo fin de semana.

Fue extraño el partido entre los Houston Texans y los New England Patriots. Extraño, porque los Pats rindieron por debajo de sus estándares habituales, con muchos pasajes imprecisos y hasta perdiendo el balón en un par de ocasiones. Extraño, porque la estrella ofensiva fue Dion Lewis quien anotó de tres formas distintas: mediante un acarreo, devolviendo un kickoff (98 yardas) y atrapando un pase de Tom Brady. Lo que no tuvo nada de extraño fue el rendimiento ofensivo de los Texans, quienes tuvieron problemas para mover el balón, desaprovecharon oportunidades y su mariscal Brock Osweiler tiró dos intercepciones que acabaron decidiendo el juego. New England jugará la final de conferencia por sexta vez consecutiva.

En la crónica anterior, indicaba que los Pittsburgh Steelers podrían seguir requiriendo de una alta y eficiente dosis terrestre, si deseaban seguir avanzando en los playoffs. Dicho y hecho: Leveon Bell corrió 30 veces y acumuló 170 yardas, las que ayudaron notoriamente a que el conjunto acerero dominara en el tiempo de posesión y con ello, aseguraron el triunfo en casa de los Kansas City Chiefs, pese a no haber convertido touchdowns. Todos los puntos fueron logrados por su pateador Chris Boswell quien marcó seis goles de campo, los cuales son una nueva marca en partidos de playoffs. Pittsburgh volverá a jugar de visita, pero tiene las armas necesarias como para llegar al Super Bowl LI.

Finales de Conferencia

Campeonato NFC: Green Bay Packers / Atlanta Falcons, en Georgia Dome.

Se enfrentaron el 30 de octubre en ese mismo escenario. Fue un partido rápido y muy dinámico, donde el marcador se movió constantemente y al final, terminó ganando el equipo de Atlanta por la mínima diferencia (33-32), gracias a una conexión de último minuto entre Ryan y Sanu. Ambos equipos son definidos por sus ofensivas, vienen de superar las 400 yardas totales en la ronda divisional y ambos llegan en muy buena forma a este duelo. Un antecedente de postemporada: 15 de enero de 2011, los Packers siendo sextos clasificados borraron a los Falcons tras anotarles 48 puntos. Rodgers anotó por aire y por tierra, en tanto que Ryan regaló un pick six. Green Bay acabó ganando el Super Bowl XLV.

Campeonato AFC: Pittsburgh Steelers / New England Patriots, en Gillette Stadium.

En temporada regular, los Patriots ganaron tranquilamente el enfrentamiento del pasado 23 de octubre (27-16), pero con un detalle muy considerable: Landry Jones era el quarterback titular de los Steelers, debido a una lesión de Ben Roethlisberger. New England llega a este domingo con ocho triunfos consecutivos y Pittsburgh con nueve, y por increíble que parezca, será tan solo la segunda ocasión que Brady y Roethlisberger coincidan en un juego de playoffs. La vez anterior fue el 23 de enero de 2005, los Pats ganaron a domicilio y eventualmente se adjudicaron el Super Bowl XXXIX. Tom estaba invicto en playoffs (9-0 por entonces), mientras Ben estaba terminando su primer año en la liga. Otros tiempos.

jueves, 12 de enero de 2017

Misión Houston (II)


Cada año se repiten las voces que claman por más partidos de temporada regular y más cupos de playoffs y asimismo, cada año la realidad demuestra que nada de eso es necesario. Bajo el actual formato de 16 partidos regulares por cada equipo y 12 plazas de postemporada, está comprobado que la competición de la NFL es saludable y nivelada, aún si hace más de una década se están dando casos de equipos en playoffs con rendimientos de 50% o peores.

¿Qué ocurrió en la reciente ronda de Wild Card? los cuatro partidos ya estaban decididos antes de llegar al último cuarto y la media de puntos de margen fue de 19.0, la más alta desde que se agregó esta instancia en 1990 y la mayor en cualquier etapa de playoffs desde 1981. Una tendencia que se repite cada año es ver a un equipo que pierde por amplio margen. En esta ocasión, se dieron dos casos así: los Detroit Lions perdieron por 20 puntos (6-26) en su visita a los Seattle Seahawks, cerrando su temporada con cuatro derrotas consecutivas, mientras que los Miami Dolphins cayeron por 18 (12-30) en la casa de los Pittsburgh Steelers.

Los Lions terminaron sintiendo la lesión de Matthew Stafford, quien bajó su productividad en las últimas semanas y con ello, decayó toda la unidad ofensiva. En tres de los últimos cuatro partidos, Stafford no lanzó un solo pase de touchdown. Eso explica mucho. El caso de los Dolphins es diferente, pues ya tenían algunas semanas jugando con su mariscal suplente Matt Moore. Encima, temprano cayeron en desventaja la cual nunca pudieron revertir y para peor, Jay Ajayi no fue factor (33 yardas en 16 acarreos). Habría que agregar también a los Oakland Raiders, cuya temporada prácticamente murió hace casi tres semanas, cuando se lesionó Derek Carr. Muy poco tiempo para encontrar un plan alternativo y eso se notó. Su ofensiva, muy potente a través del año, fue más bien inofensiva ante los Houston Texans quienes los dominaron con su defensa.

Entre lo destacado del fin de semana pasado, se encuentran los Green Bay Packers quienes sumaron su séptima victoria consecutiva, 38-13 ante los New York Giants y llegarán con todo el ímpetu a su favor para enfrentar a los Dallas Cowboys, el próximo domingo. Aaron Rodgers puede sufrir capturas en cada partido, pero siempre se las ingenia para evadir rivales y buscar la mejor opción posible. Completó el 62.5% de sus pases, sumó 362 yardas y cuatro touchdowns, uno de ellos al finalizar el segundo cuarto, donde se jugó con un Hail Mary que cayó directo en las manos de Randall Cobb. Desde el 3 de diciembre de 2015 hasta la fecha, Rodgers ha logrado tres pases de esa especie... ¡Tres en poco más de un año! algo sin precedentes en la historia de la liga.

Un factor común en los triunfos de los Seattle Seahawks y los Pittsburgh Steelers fue la alta dosis terrestre que aplicaron ambos equipos. Thomas Rawls corrió 27 veces (su mayor cantidad en un partido de esta temporada), sumó 161 yardas y anotó en una ocasión, ayudó sustancialmente a que su equipo controlara el tiempo de juego y con ello el partido, que fue dominado por el equipo de Seattle. En total, corrieron 38 veces y lanzaron 30. Pensando en su venidera visita a los Atlanta Falcons, esta receta podría ser muy recomendable, primero para establecer su ritmo de juego y también, en teoría, para mantener fuera de la cancha a la ofensiva de los Falcons, una de las más prolíficas de este año.

En caso de los Steelers se notó aún más la producción por tierra. Leveon Bell corrió 29 veces, totalizando 167 yardas y un par de touchdowns. Considerando la lesión de Ben Roethlisberger, una alta y eficiente producción de su corredor podría ser clave para su próximo partido frente a los Kansas City Chiefs, cuya defensiva permitió 121.1 yardas corridas por partido, el séptimo peor promedio de la competición. Por cierto, en el duelo de temporada regular, jugado el pasado 2 de octubre, Bell corrió 144 yardas frente a los Chiefs. Una fórmula clásica pero muy útil en el tramo más complejo de la temporada.

jueves, 5 de enero de 2017

Misión Houston (I)

En vísperas del comienzo de la postemporada en la NFL, presento estos temas a seguir previo a los 11 partidos que definirán al nuevo campeón en el Super Bowl LI.

New England Patriots, ¿únicos candidatos?

Comenzaron la liga sin Tom Brady quien cumplía una sanción de cuatro partidos. Luego, cuando retornó, Brady arrasó con casi todos los rivales generando 28 pases de touchdown en contra de apenas dos intercepciones, siendo esta la mejor proporción de su carrera. La ofensiva funcionó, aún con Rob Gronkowski fuera por una lesión. En su lugar, creció la figura de Martellus Bennett, ahora como una de las principales armas aéreas. Además, Legarrette Blount lideró la liga en touchdowns por tierra con 18 y como si fuera poco, la defensiva se consolidó finalizando el año como la mejor en puntos permitidos, con 15.6. Tendrán la ventaja de jugar todos los playoffs en su estadio y a priori, se ve difícil que pierdan un partido, a menos que comiencen a sentir la ausencia de Gronk o que Brady tenga una mala noche.

Chiefs y Steelers, ¿verdaderos contendientes?

Los Kansas City Chiefs lograron el segundo lugar de su conferencia en la última jornada, arrebatándole el título divisional a los Oakland Raiders, mientras que los Pittsburgh Steelers adquirieron el tercer puesto luego de asegurar su división en navidad. Los Chiefs se apoyan en una defensa agresiva, disciplinada y en cierto modo, oportunista, siendo la unidad que más balones robó en la temporada, con 33. Mientras que los Steelers se basan en un explosivo ataque, el cual tendrá a todos sus integrantes saludables para los playoffs. Las interrogantes pasarían por lo siguiente: primero, si los Chiefs tendrán la personalidad para ganar en postemporada y como reaccionarían si requieren de Alex Smith para liquidar un partido y segundo, en caso de los Steelers, si a estos les bastará con su ofensiva. Su defensa no es mala, pero tiende a conceder muchas yardas y jugadas grandes.

Dallas Cowboys y sus estrellas debutantes

Trece victorias, ventaja de localía para todos los playoffs, una línea ofensiva que intimida y una defensa que puede imponer respeto. Los Dallas Cowboys tienen, en teoría, todas las armas necesarias para llegar al Super Bowl. A lo largo de la temporada, los novatos Dak Prescott y Ezekiel Elliott han rendido a muy buen nivel, siendo capaces de destacarse en diferentes contextos. Sorprende la presencia de Prescott, quien tuvo nueve partidos con una precisión pasadora superior al 70% y apenas tiró cuatro intercepciones en todo el año, e impresiona la fuerza de Elliott quien lideró a todos los corredores de la liga, con 322 acarreos y 1.622 yardas. Ambos han impactado, aunque se sabe que los partidos de playoffs son más complejos y sobre todo, más intensos. Veremos como responden Dak y Zeke en este escenario, parte importante del éxito de Dallas depende de sus producciones.

El partido de la semana: New York Giants / Green Bay Packers

Lambeau Field será el escenario de un enfrentamiento entre dos equipos que llegan en muy buen momento. Los Giants cuentan con una defensiva capaz de neutralizar a cualquier adversario (de hecho, es calificada como la mejor según Pro Football Focus). No requieren presionar con muchos jugadores, dejando la posibilidad para cubrir a los receptores rivales y así, frustar los ataques rivales, mientras que el jugador clave ofensivo es Odell Beckham Jr, quien fue categoría top five de la liga con 1.367 yardas y 10 touchdowns. Por su parte, los Packers llegan a las eliminatorias jugando en su mejor nivel. Desde que Aaron Rodgers dijo 'Run The Table' no perdieron más (siete victorias consecutivas), la ofensiva luce sólida y sincronizada, Ty Montgomery ha suplido bien la baja de Eddie Lacy, mientras que Jordy Nelson (¿el regreso del año?) encabezó a todos los receptores de la liga con sus 14 touchdowns. Una posible clave para ambos equipos: la presión al quarterback adversario. Rodgers tiene problemas lanzando bajo presión, mientras que Eli Manning suele rifar el balón cuando es perseguido.