jueves, 28 de diciembre de 2017

Un buen síntoma


por Miguel Meléndez
Twitter: @journalistmike

En Navidad, pude observar tres partidos seguidos de NBA: Sixers-Knicks, Cavaliers-Warriors y Wizards-Celtics. Más allá de ese especial maratón de partidos, pude ver básquetbol de gran nivel. Competitivo, bien jugado y con un alto ritmo. Me detengo en esto último. El ritmo, o como bien se dice en inglés: game pace. Esos tres partidos navideños fueron buenos porque tuvieron un ritmo sostenido, lo cual derivó en algo entretenido para ver.

Nada de eso es casual y nada de eso es novedoso a esta altura. Cualquiera que siga la NBA con relativa frecuencia, sabe que el flujo de los partidos ha cambiado en los últimos años y con ello, han subido los promedios anotadores. Para tener en cuenta: en la temporada 2013/2014, hubo 17 equipos que promediaron 100 ó más puntos a través de todo ese año, mientras que en el actual curso 26 de los 30 equipos están promediando al menos 100 unidades por partido. Claro y preciso, el juego se volvió más ofensivo y con ello, los partidos son mucho más ágiles y atractivos que hace algunos años.

A título personal, debo decir que siempre me cargó el baloncesto que imperaba en buena parte de la década pasada. Eficiente defensiva + ofensivas lentas que rara vez pasaban los 100 puntos. En la parte defensiva, todo bien. No hay que ser erudito para saber que en este deporte es primordial la defensa, pero eso más ataques de media cancha que agotaban todo el reloj de tiro en cada posesión era a la larga una fórmula tediosa y hasta aborrecible. Mientras escribo esto, me acuerdo mucho de los Pacers de Rick Carlisle, quienes practicaban esa metodología y hasta anduvieron cerca de unas finales. Los Pistons campeones del 2004 también tenían esos matices, pero con una ofensiva algo más dinámica gracias a sujetos como Chauncey Billups y Richard Hamilton.

Por suerte, el deporte es cíclico y son iguales de cíclicas las formas de jugar. En esos mismos años, estaban los Suns de Steve Nash y Amare Stoudemire, con el señor Pringles en la dirección técnica (a.k.a. Mike D'Antoni). Nunca llegaron a las finales pese a haber tenido varias campañas prolíficas pero dejaron un gran aporte para la posteridad: movimientos continuos, muchos pases y más lanzamientos. Jugadores ágiles, sueltos, en un esquema fresco, ideal para imponer velocidad e intentar romper defensas rígidas. Esos Suns eran espectaculares y tenían varios conceptos que ahora son cotidianos en la NBA actual.

Una diferencia puede estar en los roles de los jugadores, aquel equipo de Phoenix jugaba con posiciones definidas en la pista. Nash era el armador y jugaba de armador, Amare era ala-pívot y jugaba de ala pívot, y así sucesivamente. En el basket de estos días, las posiciones son muy relativas. Draymond Green es un ejemplo de versatilidad. Nominalmente es alero, pero en la práctica juega de alero, armador y hasta de escolta, atacando y defendiendo todo el partido. No es raro que sus registros sean de triple decena -como supo hacerlo el lunes pasado- o cercanos a esa marca, dadas sus cualidades que encajan perfectamente en el sistema de los Golden State Warriors. Esas cualidades lo llevan a ser un buen tirador como también un respetable pasador.

Esta aceleración del juego e inclinación por los triples ha hecho cambiar también a los pívots. Estos también deben ser versátiles (algo aparte: cómo criticaban a D'Antoni en su momento, cuando ponía a Pau Gasol a tirar triples). Qué espectacular es Joel Embiid, puede dominar cerca del aro como también puede meter triples con total naturaleza. Encima, es garantía en los rebotes y hasta con algunas tapas. Embiid, con poco más de un año de la liga, ya se convirtió en una pieza fundamental de los Philadelphia 76ers. Un equipo que, después de tankear descaradamente por varios años, ha integrado esta forma "moderna" de jugar. Rotaciones, pases, muchas cortinas, muchos tiros. Todo muy fluido, cuando sale bien. Aún están en proceso, aún cometen fallos, pero estos Sixers ya tienen su forma de juego y con integrantes idóneos. Hasta ya encontraron su armador con Ben Simmons, un candidatazo al premio de mejor rookie de este año.

En la actual NBA de muchos tiros y de muchos puntos, hay una técnica distinta, hay más pases (un buen signo de mayor juego colectivo) y sobre todo, hay más velocidad. Los Warriors, los Rockets y hasta los Sixers parecen volar a veces, por la forma en como mueven la pelota, pero los Wizards muestran otro sentido de velocidad, reflejado en sus dos bases. Cuando John Wall y Bradley Beal se lanzan en carrera, parecen imparables. Vuelan libremente por la pista, al ritmo de un buen contra ataque. Muy frenético, muy atrapante. Pueden hacer daño metiendo pases fulminantes, tomando tiros difíciles y hasta terminando jugadas con espectaculares volcadas. Un juego más individual tal vez, pero igualmente atractivo y que encaja muy bien en el basket actual.

A los más noventeros no les gusta mucho esto. Dicen que no hay defensas (quizás tengan algo de razón), dicen que los Warriors ganan fácil (que yo sepa, los gloriosos Bulls también tenían muchos partidos sencillos en temporada regular) y dicen que esto no es básquetbol. La verdad, es que esto sí es básquetbol. Más fresco, más acorde a este tiempo y hasta más mejorado incluso. Quienes tuvimos que aguantar a equipos que jugaban a desinflar el balón (¡tremendo concepto! el crédito va para el coach Carlos Morales), celebramos el basket de esta década. En las pistas de la NBA, nunca se corrió tanto como ahora y los partidos nunca fueron tan ágiles como ahora. Qué bueno que sea así, porque estamos viendo un buen espectáculo. Y tomando como base esta forma de juego, no suenan descabelladas las recientes palabras de Kareem Abdul-Jabbar, cuando dijo que la NBA será la liga del futuro en Norteamérica. Este basket invita a creer en aquello.

Miguel Meléndez es el creador y responsable de Gringo Sports. Desde 2011 escribe artículos sobre los principales deportes norteamericanos. Además, es conductor y comentarista en el podcast de NFL Chile.

jueves, 14 de diciembre de 2017

De todo un poco


por Miguel Meléndez
Twitter: @journalistmike

Qué impreciso estuvo Matt Ryan frente a los Saints. Lanzó tres intercepciones, de las cuales dos fueron responsabilidad suya, rifando el balón sin darle ventaja alguna a sus receptores. Eso sí, hay que mencionar que el retorno de Devonta Freeman a la alineación de los Falcons fue importante para la victoria, gracias a su velocidad y lectura para atacar espacios, ayudo a mover las cadenas y así prolongar el tiempo de posesión en favor de su equipo. Otro detalle, fue su mejoría en terceras oportunidades. Pasaron del nefasto 1/10 frente a los Vikings a un muy respetable 7/12 en este desafío. Como bien se sabe, las conversiones en 3° down suelen marcar el camino de un equipo.

El duelo entre los Seahawks y los Jaguars dejó varios conceptos interesantes. Para el equipo de Jacksonville fue muy valiosa esta victoria, no solo por la carrera rumbo a los playoffs, en la que disputa el título divisional con los Titans, sino que por la complejidad del desafío frente a un equipo experimentado y muy difícil de doblegar. Así como en New Orleans está Alvin Kamara, en Jacksonville figura Leonard Fournette. Su explosividad impacta y causa grandes efectos en la producción de los Jaguars. El domingo, sumó 101 yardas en 24 acarreos con un touchdown y fue el quinto partido del año en el que obtiene la centena de yardas terrestres. El éxito en las corridas es el soporte para que Blake Bortles juegue con más comodidad. Por cierto, excelente el toque de Bortles en sus dos pases anotadores.

Como se anticipó previo al partido, la defensa de los Jaguars presionó toda la tarde a Russell Wilson. El resultado: tres intercepciones, dos capturas y varios golpes más. Hay que destacar que dos de esas intercepciones, fueron en pases donde Wilson estaba presionado y se vio forzado a lanzar a lugares donde habían más defensivos de los Jags que ofensivos de los Hawks. De aquí, se desprende esta conclusión: el # 3 de Seattle está jugando solo, realmente solo. Casi sin protección y con escaso apoyo de sus corredores, Wilson está corriendo por su vida en cada partido. Como bien comentaba mi compañero Christopher Holmes en el podcast de NFL Chile, eso se ve muy bien para los highlights pero a la larga resulta contraproducente.

Tienen suerte los Eagles de tener como mariscal reserva a Nick Foles, quien tiene algunos años de experiencia como titular de la NFL con las mismas Águilas, además de haber disputado un partido de playoffs. La lesión de Carson Wentz (quien estaba firmando una temporada con categoría de MVP) alteró todo el flujo del equipo de Philadelphia, el cual marchaba de manera impecable en buena parte gracias a la evolución de su joven estrella y en el que apunta a tener al menos un partido de postemporada en su estadio. Habrá que ver como será el plan que tenga Doug Pederson, ahora sin Wentz en su alineación. ¿Seguir jugando el mismo sistema aún con Foles o darle mayor énfasis a los acarreos? una seria interrogante que será resuelta en los próximos partidos.

En cuatro de sus últimos cinco partidos, los Steelers vencieron por diferencia de tres puntos o menos. El duelo del domingo pasado frente a sus archirrivales Ravens estuvo muy al limite. Comenzaron 14-0 en el cuarto inicial, luego en el tercero se fueron abajo por 20-31 y eventualmente, lograron remontar para terminar imponiéndose por 39-38. Se puede interpretar de distintas formas. Por un lado, estamos viendo a un equipo de Pittsburgh que encuentra maneras de ganar y sobreponerse a complejidades en partidos de alta intensidad. Por otro, esas remontadas se han dado por comienzos lentos o bajones muy pronunciados como los que evidenciaron ante Baltimore. La defensa es permeable y ante eso, tienen que aparecer los Killer B's para llevar todo el peso productivo.

El domingo, Ben Roethlisberger terminó con 506 yardas de pase (lleva tres partidos con +500 yardas, récord de NFL) en ¡66 intentos de pase! Sí, 66 pases lanzados en un partido. Muy llamativa será esa cantidad de intentos, pero nunca es muy recomendable irse solo por los pases. Pueden salvar algunos partidos, pero al final del camino siempre se requiere de una mayor producción global. Por aspectos así, cuesta todavía creer en los Steelers como genuinos contendientes al Super Bowl.

Miguel Meléndez es el creador y responsable de Gringo Sports. Desde 2011 escribe artículos sobre los principales deportes norteamericanos. Además, es conductor y comentarista en el podcast de NFL Chile.

jueves, 7 de diciembre de 2017

Incoherencias


por Miguel Meléndez
Twitter: @journalistmike

A lo largo de esta década en la NFL, los directivos de la liga encabezados por el comisionado Roger Goodell han enfatizado una y otra vez en el cuidado de los jugadores, especialmente en la prevención a los golpes en la cabeza, ajustando detalles en el reglamento e incrementando los personal fouls, a raíz de esos mismos golpes o bien de impactos que lucen muy violentos o contra jugadores que quedan indefensos ante una arremetida de un adversario. Eso se ha visto en muchos partidos, donde se cobran muchos golpes casco-a-casco, respetando en gran parte esos ajustes reglamentarios. Pero hay un aspecto considerable que va relacionado con los mismos golpes y que llega al terreno de las suspensiones. Curiosamente, la liga no reacciona de la misma forma cuando tiene que sancionar a jugadores por golpes intencionales.

Una prueba de ello ocurrió el domingo pasado. Durante el partido entre los New England Patriots y los Buffalo Bills, Rob Gronkowski le propinó un golpe tardío a Tre'Davious White, mientras este ya se encontraba en el suelo tras haber interceptado un pase. Con la jugada ya finalizada, Gronk se lanzó y lo golpeó por detrás. Fue penalizado por rudeza innecesaria pero no fue expulsado del partido. Eso sí, el lunes hubo una declaración del vicepresidente de la NFL, Jon Runyan, quien manifestaba: "sus actos no fueron incidentales, pudieron evitarse y pusieron al jugador rival en riesgo de sufrir una lesión seria". Hasta ahí, nada mal en el discurso. Pero la sanción de apenas un partido -que cumplirá el próximo lunes- dejó cuestionando a muchos alrededor de la liga sobre la forma en como se imparten sanciones ante acciones que supuestamente pretenden erradicar.

Un partido de castigo parece muy poco para una acción violenta y donde hubo intención de lastimar a otro jugador. Lo peor del caso es que ya han habido antecedentes similares y con igual sanción en la liga. Sin ir más lejos, el pasado 28 de septiembre, durante el juego entre los Chicago Bears y los Green Bay Packers, Danny Trevathan golpeó intencionalmente en la cabeza de Davante Adams, mientras este último intentaba atrapar un pase. Trevathan nunca disputó el balón, tan solo fue a golpear y hasta tomó distancia para lastimar a Adams, quien debió salir de ese partido por una conmoción cerebral causada por ese golpe. La liga sancionó en esa ocasión a Trevathan con dos partidos, pero el jugador de los Bears apeló a la causa (!) y su castigo fue reducido a solo un partido.

Muy irrisorio. Se vuelve hasta burlesco tomando en cuenta el insistente énfasis que ha hecho la liga en la prevención de esos golpes y con estas modestas sanciones, parece no actuar en coherencia con el discurso que se ha instaurado en los últimos años. Otro caso con igual sanción fue la pelea de Aqib Talib y Michael Crabtree, el pasado 26 de noviembre en el partido Denver Broncos-Oakland Raiders. Ambos fueron expulsados de la cancha por haberse agarrado a golpes en pleno partido, en un incidente que tuvo involucrados a más jugadores de los dos equipos. Tomando en cuenta este hecho y el episodio de la temporada pasada, cuando Talib le arrancó la cadena a Crabtree, la liga decidió suspenderlos con dos partidos cada uno, pero la sanción fue rebajada a uno después de una apelación.

Cuesta entender estas sanciones que parecen ser mínimas frente a situaciones antideportivas. El discurso de reducir los golpes a la cabeza y evitar las malas conductas es muy bueno y hasta aplaudible, pero la forma en como la NFL resuelve varios de estos casos no condice precisamente con ese discurso. Es extraño ver como hay sanciones peores por otros sucesos, pero por estos golpes mal intencionados y peleas casi gangsteriles, apenas se otorgan un par de semanas de suspensión. A veces, la liga se cae en algunos detalles. Y en este caso, está fallando groseramente. Con estos (mini) castigos, difícilmente se podrán reducir los malos comportamientos en la cancha.

Miguel Meléndez es el creador y responsable de Gringo Sports. Desde 2011 escribe artículos sobre los principales deportes norteamericanos. Además, es conductor y comentarista en el podcast de NFL Chile.