jueves, 31 de julio de 2014

NFL Retro: Derrick Brooks


Cuando los Tampa Bay Buccaneers vivieron sus años gloriosos (1999-2003), siempre tuvieron a la defensiva como la unidad clave. Con un esquema determinado, un perfil claro, jugadores con técnica y sobre todo, deseos de ser los mejores en sus especialidades. Una defensiva intimidante que tackleaba, presionaba mariscales, permitía pocos puntos y encima, robaba balones y los convertía en touchdowns. Grandes jugadores sobresalieron como Warren Sapp, Simeon Rice, John Lynch y Ronde Barber, pero su verdadero líder se encontraba en el grupo de linebackers.

En el mismo centro de la defensiva, Derrick Brooks era quien comandaba el grupo con su carácter y su talento. Caía perfecto dentro del equipo, por su fuerza para tacklear corredores rivales, su lectura del juego para seguir la vista y los movimientos de los quarterbacks a los que debía enfrentar cada semana y su liderazgo que fue consolidando con los años, que lo llevó a ser capitán defensivo de los Bucs.

La temporada 2002 es recordada como la mejor de toda la historia de la franquicia del norte de Florida. Los Bucs lograron su primer triunfo de su historia como visitantes en playoffs, cuando derrotaron a los Philadelphia Eagles (27-10) en la final de la Conferencia Nacional, lo que les valió el acceso a su primer Super Bowl, el cual ganaron y de forma muy contundente frente a los Oakland Raiders (49-21), para así conquistar el primer y único trofeo Lombardi de su historia. La defensiva fue el gran pilar de ese magnífico torneo y Brooks fue una de las piezas fundamentales en ese exitoso año.

El jugador surgido de la Universidad de Florida State tuvo la mejor temporada de su carrera en ese año. Registró 117 tackleadas y cinco intercepciones, y además, estableció una marca, al ser el primer linebacker que anotaba cuatro touchdowns en una campaña (tres vía intercepción y uno desde un balón suelto). Motivos suficientes para ser premiado como el mejor jugador defensivo de esa campaña, la cual tuvo un broche dorado en la noche del 26 de enero de 2003, cuando Brooks interceptó un pase de Rich Gannon, en el último cuarto, y lo llevó hasta las diagonales para un touchdown de 44 yardas. Fue la última anotación del partido, con la que los Bucs liquidaban el Super Bowl XXXVII. Las lágrimas de Brooks fueron espontáneas, el football lo premiaba en su partido más importante.

Esa fue la coronación de la mejor temporada de su ilustre carrera que duró 14 temporadas, todas en Tampa Bay. Titular en 221 de los 224 partidos que jugó y con 1.715 tackles. Y así como en aquel Super Bowl tuvo su premio, al anotar un touchdown y tener el privilegio de celebrar el campeonato, este fin de semana volverá a tener un reconocimiento. Ahora, como nuevo miembro del Salón de la Fama. Derrick pasará a ser uno de los inmortales.

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