lunes, 3 de febrero de 2014

Seahawks... ¡Wow!

En la historia quedará el triunfo de los Seattle Seahawks sobre los Denver Broncos, el cual representa un inédito título de Super Bowl para los Seahawks. Entrando en los detalles, nos encontramos con un equipo que arrasó con su oposición en todas las facetas del juego. La intensidad y el caos bajo el que se manejó el equipo de Seattle durante toda la temporada lo dejaron de manifiesto desde el comienzo del partido, cuya primera jugada marcó el camino, con aquel grosero error de coordinación entre Manny Ramirez y Peyton Manning. Algunas claves que se consignaban en los días previos se dieron tal cual y hubo otras que sorprendieron e hicieron todavía más clara la victoria del representante de la conferencia nacional. A continuación, una serie de puntos para comprender el 43-8 que le propinó Seattle a Denver.

La defensiva aplastó a la ofensiva: era el más anticipado de los duelos que ofrecía este partido y en el mismo, la mejor defensiva del torneo redujo a la mejor ofensiva a una mínima expresión. La fiereza tackleadora de los Seahawks es su marca de fabrica, creando una personalidad intimidante que se transmite por la actitud de jugadores como Richard Sherman, Kam Chancellor y Bobby Wagner, y que se traspasa a los oponentes, dictando las condiciones del juego. Además de la fuerza e intensidad, es fundamental su habilidad para anticipar movimientos. Anoche, colocaron presión a Peyton Manning con sus linieros, y en situaciones obvias de pase con cargas por el centro de algún safety y/o linebacker, al mismo tiempo que las rutas profundas de pases estaban cubiertas por los secundarios. De hecho, los receptores de los Broncos apenas promediaron 3.6 yardas después de atrapar el balón, siendo que esa es su especialidad. Limitaron a Denver a tan solo un touchdown y robaron cuatro balones, uno de ellos regresado a touchdown por cuenta de Malcolm Smith, quien terminó siendo el Jugador Más Valioso del encuentro.

Los errores de Peyton: el cinco veces MVP de la NFL sintió la presión en todo el partido y fue así como regaló dos intercepciones. En ambos casos, Manning fue apurado por la defensiva de los Seahawks y lanzó malos pases. El primero por sobre Julius Thomas y el segundo, desviado por un manotazo de Cliff Avril, provocando un envío alto y muy bombeado, derivando en siete puntos más para Seattle. Además, Manning se tomaba más tiempo del habitual para encontrar receptores, debido a la presión y al mismo tiempo, al excelente trabajo del perímetro de los Seahawks. Completó 34 de 49 intentos, un porcentaje habitual, no así las 280 yardas totales, las cuales muchas surgieron en la segunda mitad, ya cuando el partido estaba resuelto.


El impacto de Harvin: apenas jugó dos partidos en todo el año, pero pudo llegar al Super Bowl y Percy Harvin no desaprovechó la oportunidad. En su primera intervención, en una jugada de reversible, llevó el balón a lo largo de 30 yardas colocando a los Seahawks en posición de anotar. Luego, tuvo otro avance de 15 yardas, pero la jugada con la que terminó por desestabilizar a los Broncos y, a su vez, comenzar a asegurar el triunfo para su equipo, fue con el kickoff que devolvió para un touchdown de 87 yardas. Regresando del descanso, Harvin ponía a Seattle arriba por 29 puntos y mataba cualquier chance de remontada para el equipo de Denver. Cuatro toques de balón bastaron para que Harvin, quien se sumó al equipo esta temporada por vía de la agencia libre, causara estragos.

Wilson, un QB de confianza: el temple mostrado por Russell Wilson sorprendió gratamente. Más aún, si muchos de sus pases los completó lanzando dentro del pocket y con muy buena puntería. Un ejemplo: en situación de tercer down, en el primer cuarto,Wilson se mantuvo dentro del bolsillo de protección y lanzó una perfecta espiral para Doug Baldwin, quien de un quiebre dejó atrás a Champ Bailey para ganar la posición y eventualmente, el balón. El mariscal seahawk leyó muy bien esa movida y de igual forma, realizó esa jugada. Signos de evolución para un jugador elegido en la tercera ronda del draft y que, en su segundo año en la liga, ya tiene un campeonato ganado.

Se destacan a distintos jugadores y cualidades en Seattle, pero a la larga se trata de un triunfo netamente colectivo. Su defensiva fue el pilar que los mantuvo en pie durante la temporada y cuando se requirió de ofensiva y cuadros especiales para asegurar victorias, ahí estuvieron los arranques bestiales de Marshawn Lynch, las escapadas de Wilson y los regresos de patadas, jugadas con un toque de locura que caracteriza a este equipo y que a su vez, contagia al 12th Man, su reconocida fanaticada, que recíprocamente apoya a los Seahawks con sus gritos que llegaron hasta provocar un temblor dentro de su estadio, en un momento de la temporada.

Este mérito conjunto es más llamativo si se considera la rudeza con la que los Seahawks juegan cada snap, al contrario de la tendencia pasadora que se ha impuesto relativamente en los últimos cinco años dentro de la liga. Aún con todos los récords pasadores que caen, han caído y seguirán cayendo, para ser campeón se necesita balance en ofensiva, defensiva y equipos especiales. Así lo hizo Seattle a lo largo de todo el curso y así lo demostró anoche en The Meadowlands, anotando de cinco maneras distintas: con un touchdown de su ofensiva, un touchdown de su defensiva, con una patada devuelta a la zona final, con goles de campo y con un safety.

La ciudad esmeralda está de fiesta. Sus Seahawks celebran su primera victoria en un Super Bowl y tan solo el segundo campeonato de su historia en deportes majors (el anterior: Supersonics, finales de NBA 1979). Por la juventud e ímpetu que transmite su grupo de jugadores, cuyo promedio de edad no supera los 25 años, invita a pensar en futuras apariciones de estos 'Halcones Marinos' en más Súper Domingos, en la presente década. Una nueva fuerza se ha desatado en la NFL, está en Seattle y ha evolucionado con furia.
Un campeón que impresiona.

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