jueves, 20 de noviembre de 2014

Ideas sueltas


El 5-5 con el que han iniciado los Cleveland Cavaliers indica, numéricamente hablando, un signo de mediocridad. En la práctica, también lo puede ser, si vemos que en varios pasajes de sus partidos, el equipo cae en la dinámica del isolation. Uno o dos pases y Lebron James aislado contra su marcador de turno o bien, Kyrie Irving buscando el desequilibrio con un quiebre hacia la canasta o un tiro de larga distancia. Muchas de esas acciones terminan positivamente, pero no es precisamente lo que busca el director técnico, David Blatt, cuya intención es generar una ofensiva abierta con continua rotación y cierta relatividad en las posiciones, algo que está sufriendo Kevin Love, quien tiene un rol muy diferente del que gozaba en los Timberwolves (cualquier parecido con Chris Bosh es mera coincidencia). Los Cavs necesitan muchos ajustes para lograr una ofensiva mucho más armónica y también requieren mejorar su estrategia defensiva, ya que suelen permitir canastas por no asignar debidamente sus marcajes. Para entender los problemas defensivos de Cleveland, un par de referencias: actualmente, son el sexto peor equipo reboteador de la NBA (41.0 por partido) y el quinto peor en eficiencia defensiva (111.2 puntos permitidos por cada 100 posesiones).

Los Memphis Grizzlies han sido los primeros en alcanzar las 10 victorias en toda la liga. La diferencia respecto al comienzo de la temporada pasada está en que Marc Gasol (18.0 puntos, 7.8 rebotes por juego) se encuentra saludable y se consolida como una de las piezas claves en ofensiva. Es quien toma más tiros en promedio junto con Zach Randolph y Mike Conley (13 por partido), además de estar lanzando casi siete tiros libres por jornada. Aparte, hay que recordar que en la liga pasada, Gasol no pudo jugar en los primeros dos meses, período en el que Memphis sufrió para ganar partidos (récord 13-17 al finalizar diciembre 2013). Este gran inicio de 10-2, además de su alza en eficiencia ofensiva (107.7 puntos por cada 100 posesiones) podrían ser claves para un posible primer lugar en la conferencia del oeste en abril, cuando se definan los puestos de clasificación a los playoffs.

Una cosa es perder partidos, pero otra muy distinta es jugar para perderlos. De esto se les acusa a los Philadelphia 76ers, cuya actitud en la cancha parece de un equipo que no tiene mucho interés en competir y que a cambio, perderían todos los partidos posibles para tener mayores chances de tener el primer pick del próximo draft. Ya han sufrido palizas de 22, 25, 32 y 53 puntos de diferencia y en otros casos, han tenido derrotas más cerradas como la del pasado viernes en Houston, donde ganaban por tres puntos a 35 segundos del final, pero una falta técnica de su entrenador, Brett Brown, le abrió la puerta a los Rockets para que remontaran el marcador. Encima, la flojera de los jugadores para pelear los rebotes y armar jugadas tampoco invita a creer en otra cosa. El tanking vive en Pennsylvania.

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