lunes, 19 de enero de 2015

Rumbo a Arizona (III)

El fútbol americano suele dejar lecciones, no solo deportivas, sino que también para nuestro diario vivir. En la NFL, los equipos siempre juegan para ganar y cuando comienzan a especular o evitando el error, en la mayoría de los casos acaban perdiendo. Este último concepto ilustra el derrumbe que sufrieron los Green Bay Packers, quienes desperdiciaron una ventaja de 16 puntos para terminar perdiendo en la prórroga ante los Seattle Seahawks. Por alrededor de 57 minutos, los Packers estaban en control y tenían el partido a disposición para liquidarlo. Una serie de decisiones conservadoras y costosos errores se fueron sumando hasta llegar a la catástrofe. Apenas seis puntos sacados en dos ofensivas que llegaron a la yarda 1, la actitud relativamente cautelosa de Aaron Rodgers en algunos de sus pases (aún así tiró dos intercepciones), la pasividad de los defensivos originada por jugadas en formación preventiva, el balón que no pudo cubrir Brandon Bostick en la patada corta y la selección de jugadas ofensivas en el último cuarto. Así fue como un equipo que ejecutaba muy bien su estrategia le dio vida a su adversario que estaba sin ritmo y casi sin chances siquiera de meterse en la pelea.

Mike McCarthy siempre se ha caracterizado por ser un buen estratega ofensivo y en especial, por diseñar planes de juego muy inteligentes. Normalmente, los Packers suelen ganar cuando establecen su estrategia desde el comienzo y esta la ejecutan a lo largo de todo el juego. Incluso, en situaciones similares a las de ayer, siempre confía en Rodgers para lanzar el balón y conseguir lo necesario para asegurar el triunfo. Ayer, simplemente se olvidó del jugador que posiblemente sea elegido como el MVP de la temporada y en un momento del 4° cuarto, mandó cinco corridas en seis jugadas, dejando tiempo para que Seattle reviviera. El mismo Rodgers manifestó que esta fue una derrota muy difícil de digerir y como quizás nunca había ocurrido durante el ciclo de McCarthy en Green Bay, que ya cumplió nueve temporadas, comienzan a haber dudas sobre su gestión. No se trata de su capacidad como entrenador en jefe, sino que de algunas de sus decisiones en momentos críticos, esas que pueden definir partidos.

Dicen que para tener suerte, hay que buscarla. A juzgar por lo ocurrido en el estadio Centurylink, esa fue la actitud de los Seahawks y lograron remontar, insistiendo con su caballo de fuerza Marshawn Lynch, pero especialmente con jugadas de alto riesgo y teóricamente muy poco probables de convertir. La finta de gol de campo, que acabó en un pase del despejador Jon Ryan al liniero Garry Gilliam y el pase de Russell Wilson a Luke Willson en la conversión de dos puntos, donde el quartberback de Seattle prácticamente rifó el ovoide, son jugadas que ilustran esta histórica remontada y que pusieron a vibrar a su 12th Man, silente por gran parte de la fría tarde en Seattle. Y para coronar esa cadena de hechos improbables: en la prórroga, Wilson completó un pase de 35 yardas con Jermaine Kearse que resultó en el touchdown de la victoria. Esto no impresionaría tanto si es que no consignamos el siguiente hecho: en el tiempo reglamentario, Wilson buscó a Kearse en cuatro oportunidades y en las cuatro, el balón fue interceptado por defensivos Packers. A veces, el ímpetu puede imponerse a la lógica y así es como jugando muy mal por casi cuatro cuartos, se puede terminar ganando de todas formas. Persistiendo, creando y aprovechando. Así lo vivieron Pete Carroll y sus dirigidos quienes a pesar de cometer cinco pérdidas de balón, viajarán a Arizona con la chance de defender exitosamente el título obtenido hace un año.

La montaña rusa de emociones vivida en Seattle contrastó tremendamente con lo ocurrido en Foxboro. Desde el kickoff, los New England Patriots fueron muy superiores a los Indianapolis Colts, venciéndolos por 45-7, la paliza más grande que ha tenido la final de la Conferencia Americana desde 1991, cuando los Buffalo Bills derrotaron por 51-3 a los Raiders de Los Angeles (sí, niños: en una época los Raiders jugaban en L.A.). Esa diferencia de 38 puntos demuestra la evidente diferencia entre un equipo que se ha mantenido en la elite de la liga por más de una década con un equipo que, siendo bueno, todavía se encuentra en fase ascendente y derrotas como las de anoche son parte de su aprendizaje, suponiendo que los Colts sigan mejorando en la próxima temporada.

Es obvio que mientras Tom Brady siga vigente y tengan a otros jugadores sobresalientes como Rob Gronkowski, los Patriots seguirán siendo competitivos. Pero ante todo, se trata de un equipo muy bien preparado con jugadores que quizás no sean los más talentosos del mundo, pero es tal el rendimiento que les saca Bill Belichick y su grupo de asistentes, que actúan como si fueran estelares. Así es como en un encuentro crucial, Legarrette Blount se convierte en protagonista (al igual que en el duelo de playoffs del año pasado) arrollando por tierra y sumando 148 yardas en 30 acarreos con 3 touchdowns y termina generando el balance necesario para la ofensiva que puede moverse con total comodidad y sabiendo que pueden ganar pasando o corriendo, anotando de forma abundante y dominando en el tiempo de posesión (anoche - 37:49 de posesión).

Y como si fuera poco, Belichick y su coordinador ofensivo Josh McDaniels se dan el lujo de crear jugadas especiales y ponerlas en práctica en momentos claves de los partidos, causando un impacto muy positivo para su causa. La semana pasada fue el pase de Julian Edelman a Danny Amendola y en esta, fue un envío de Brady a Nate Solder, un tackle ofensivo de 145 kilos que se reportó como receptor elegible para esa jugada, que fue capaz de atrapar el balón y llevarlo hasta las diagonales para un touchdown de 16 yardas. Creatividad absoluta, explorando habilidades ocultas en jugadores que acostumbran a ejecutar otros roles, todo por el bien colectivo y para sorpresa del rival. Jugadas así definen en parte la imagen de un equipo con hambre de victoria.

Por segundo año consecutivo, el Super Bowl tendrá como competidores a los primeros clasificados de cada conferencia. Mientras los Patriots regresan luego de tres años y buscan ganar su cuatro trofeo Lombardi, los Seahawks tienen la chance de ser el primer bicampeón de la NFL en diez años. El último equipo que repitió como campeón, coincidencia o no: los Patriots (Super Bowl XXXVIII - XXXIX). El equipo de Seattle jugará esta final en la casa de un rival divisional, mientras que New England vuelve al lugar donde perdió su único partido en el curso 2007, probablemente la derrota más dolorosa que hayan sufrido los Pats en los siete Super Bowls que han jugado. Historias, coincidencias, diferencias y otros detalles que darán forma a la 49° edición de este clásico que se jugará el próximo 1 de febrero en Glendale. La historia en proceso y el legado en juego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario