El solo hecho de contar con KD refuerza a un equipo que ya era muy sólido y su presencia en Golden State invita a creer (¿ciegamente?) que los Warriors como mínimo tendrían que llegar a unas terceras finales de NBA consecutivas. Es posible que eso ocurra, pero antes que comience la temporada 2016/2017, es necesario consignar los siguientes puntos:
Primero, el contrato de Durant es el más caro de todo el plantel (su salario supera los 26 millones de dólares) y su mera contratación derivó en que los Warriors tuvieran que traspasar a seis jugadores que eran habituales en su rotación: Andrew Bogut, Leandro Barbosa, Harrison Barnes, Festus Ezeli, Marreese Speights y Brandon Rush. El comentario obvio diría "da lo mismo, si son solo reservas". La observación más detallada indica que estos seis jugadores, si bien no tenían cifras exhuberantes, siempre aportaban y ayudaban con rachas anotadoras, juego defensivo, rebotes y buenas cortinas, en caso de Bogut.
Segundo, en lugar de estos jugadores, la directiva de los Warriors llevó a gente como Zaza Pachulia (quien tomaría el puesto de Bogut en el quinteto titular), Javale McGee y David West. Jugadores muy capaces pero que son nuevos en este conjunto, por lo que lógicamente deberán adaptarse al ritmo del equipo y generar química con quienes ya llevan más tiempo ahí, química que ya existía con la anterior rotación.
Y tercero, Durant pasa de ser el máximo anotador de un equipo, promediando 28+ puntos en seis de sus nueve años en el Thunder, a tener que compartir ese rol con otros dos grandes anotadores además de un All Around Player como Draymond Green. Quizás no tengan muchos problemas, considerando los perfiles de Kevin, Stephen y Klay, pero de haber problemas, serían los más difíciles que podría enfrentar Steve Kerr. y son los egos de las superestrellas y cómo manejarlos para bien del equipo.
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