
Sigo recordando el home run derby del 2000, el cual fue ganado por Sosa dando una auténtica exhibición de bateo, sacando la pelota del parque de Atlanta una y otra vez, llegando a 26 cuadrangulares en esa noche. Todos y cada uno de ellos, cantados por la voz de Ernesto Jerez al grito de "Dígale que no a esa pelota".
Sobresalía en un equipo al que le costaba ganar, perseguido por una maldición de más de 100 años sin ganar campeonatos -tal como cuenta la historia que aparece aquí-. En 2003, justo cuando los Cubs parecían revertir su realidad, Sammy se vio envuelto en un escándalo desatado por un corcho que había en el bate que usó en un partido.
Era el único bate que estaba así, todos los demás estaban limpios. Pero desde ahí, la trayectoria de Sosa fue en declive hasta su último partido, que disputó en septiembre de 2007 con Texas Rangers, el conjunto con el que había iniciado su carrera en Ligas Mayores, 18 años atrás.
Igualmente, lo recuerdo como uno de los personajes por los que comencé a ver béisbol. Tal vez debido a la euforia que generaba su presencia en Wrigley Field, a sus home runs y a sus festejos por cada pelota que sacaba del terreno de juego.
Jardín derecho, camiseta #21, Samuel Kelvin Peralta Sosa.
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